Ahora que va tocando renovar la ropa de verano, que van cayendo las primeras hojas de este otoño tan tardío, que tenemos que llorar otro mortal accidente en los circuitos, ahora hay una noticia que, a todas luces, es muy positiva. Me estoy refiriendo, como no puede ser de otra manera, al anuncio de la banda terrorista de cesar en sus actos de violencia.
Para algunos eso es insuficiente y lo entiendo, porque es mucho el dolor que han originado.
Pero creo que es el momento en que todos los demócratas afrontemos de una vez con valentía y decisión el final de la banda. Y para ello tenemos que estar dispuestos a negociar. Aunque esa negociación no podrá ser entre iguales, porque ellos tienen en el debe más de 800 muertos y eso no se puede obviar. Es lógico que deban pedir perdón y, por supuesto que entreguen las armas, pero como ya se hizo con Bildu, habrá que abrirles una puerta de escape en las próximas elecciones del 20N. Ya sé que esto, a muchos, puede sonar a concesión inadmisible, pero si ellos están dispuestos a disolverse a cambio de que sus amigos tengan representación parlamentaria, me parece que es un precio asequible con tal de que no vuelvan a poner muertes y desgracia encima de la mesa. Además, si no van a ser los únicos que lleven en su programa la tan cacareada autodeterminación de sus territorios.
Pero también hace falta que ningún partido haga política con el terrorismo (eso era lo que se pedía hasta ahora desde el gobierno, no?), ni con el bendito anuncio que esta semana nos ha alegrado a casi todos.
Y, para mí lo más importante: es sumamente necesario que aparte de las muertes, desaparezcan también la kale borroka, la coacción y la falta de libertad que en una concreta zona de España hace que no puedan ejercerse muchos de los derechos fundamentales que garantiza nuestra Constitución, como la libertad de expresión.
Esperemos que el ganador del 20N tenga altura de miras y pueda ser el que ponga fin a tantos años de barbarie y falta de libertad.
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