domingo, 7 de octubre de 2012

MADRIFESTÓDROMO



Podría repetir esa expresión tan manida de “la respeto pero no la comparto”, sin embargo sería simplemente una manera suave de pronunciarme rotundamente en contra de la sentencia del juez Pedraz (sí, ese al que han llamado pijo ácrata)  por la que ha dejado irse de rositas a los instigadores de las manifestaciones de la pasada semana que, en principio pretendían rodear el Congreso de los Diputados, pero que todos sabemos que su pretensión verdadera era entrar en el Parlamento y que para ello, habían hecho acopio de adoquines, que el susodicho no relacionaba con los ataques llevados a cabo contra los miembros de la policía.
No quiero entrar en la dialéctica de si esos hechos pueden suponer un ilícito penal comparable con otro tipo de asaltos al hemiciclo nacional, porque afortunadamente no es lo mismo, ni siquiera aludir aquí a lo dispuesto en el art. 21 de nuestra Carta Magna, que reconoce el derecho de reunión.
Lo que sí me gustaría es alzar una lanza en favor de los sufridos vecinos de Madrid que llevan ya, en los 276 días transcurridos de este año, más de 2000 manifestaciones.  Eso, simplemente no debería permitirse. Pongámonos en la hipótesis de que vivimos en el centro de la capital de España y que día tras día tenemos cortados los accesos a nuestro domicilio porque a determinada asociación, movimiento, sindicato o partido político le ha dado por convocar una tras otra manifa. Yo soy de los que siempre ha tenido claro que los derechos y libertades de unos deben terminar allí donde empiezan los derechos y libertades de los demás, porque creo sinceramente que en democracia, es posible gritar, chillar, reclamar, manifestarse y huelguear sin que se tengan que vulnerarse los derechos de otras personas. Esto es lo que supongo que pretende la Delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, al afirmar que el derecho de manifestación debería regularse en España. Y, si es eso lo que pretendía decir, que cuente con mi apoyo total, si de algo vale.
La Constitución consagra el derecho a manifestarse, pero lo puede limitar en casos de que existan razones fundadas de alteración del orden público, cosa que está quedando bastante en evidencia en las últimas celebradas en torno al Congreso.
Y, estando así las cosas, no creo que fuese muy descabellado prohibir una manifa si sus convocantes son los mismos que han protagonizado con anterioridad hechos violentos que hayan alterado ese orden público, al que se refiere la CE. Pero con Pedraz hemos tocado, él ha exculpado a los protagonistas de la violencia callejera y, en su papel de progre, recoge en su sentencia que la culpa es de lo políticos, a los que veja e insulta sin necesidad, puesto que un juez debe limitarse a impartir justicia, perdón a aplicar la ley, que no es lo mismo, y no a criticar a quienes las promulgan, por muchos méritos que hayan hecho para ello.
No obstante mi propuesta es que se regule no el derecho a manifestarse, sino los lugares donde deban llevarse a cabo esos miles de ocupaciones de la vía pública. Esto que puede parecer una “boutade”,creo que es lo más democrático posible, ya que permitiría a los manifestantes ejercer sus derechos y, por otro lado, no vulneraría ni obstaculizaría el derecho de los demás ciudadanos a su residencia, a la libre circulación, al descanso, etc.
Y si queremos compatibilizar el ejercicio de estos derechos de una forma pija, ácrata y progre a la vez, propongo la construcción de un manifestódromo en las afueras de Madrid. Ya sabes, Botella, te dejo que me copies, no tengo derechos de autor. MADRIFESTODROMO YA!!!