Pues sí, ya se
acabó lo bueno y estamos de regreso a lo diario y cotidiano, y dando gracias,
si vemos lo que ahí fuera está cayendo.
Pero a cada uno la
que le aprieta es la horma de su zapato, no la del vecino, así que hay que
lidiar como buenamente se pueda con estos días de fin de vacas, de verano, de
baños, de trasnochar, de cañas, de espetos, de pantano y de pueblo. Lo cierto
es que no ha sido un verano al uso: en esta ocasión hemos cambiado las
magníficas playas de Huelva por las masificadas de Málaga. Qué como ha sido la
experiencia? Pues depende desde el punto de vista con que se mire, como decía
el poeta: nada es verdad y nada es mentira…
Si, como he
indicado, miramos el estado de las playas, pues no hay parangón: como las de
Huelva y alguna de Cádiz, ninguna. Su inmensidad hace que nunca se masifiquen,
siempre hay sitio para plantar la sombrilla a más de 2 metros de tu “vecino”,
para jugar al “flypi”(denominación que CJ le ha dado a un disco volador con el
que pasamos buenos ratos), a las palas o a voley, que hay que dar gusto a todos
los miembros de la family.
Ahora bien, si de
diversión, compras y actividades varias se trata, nada como la Costa del Sol.
Tengo que reconocer que era la primera vez que pasaba en esa zona y no me ha
defraudado: es precisamente lo que yo me imaginaba, características por las que
siempre habíamos desechado esa opción. Pero este verano se puso a tiro. Eran ya
muchas vacaciones en la misma provincia, en la misma localidad, en la misma
playa, en el mismo hotel. Así que “alguien” propuso que probáramos “algo”
diferente. Y vaya que ha sido diferente: que si un día a Málaga, que si otro-s-
a Plaza Mayor, que si otro a Ikea, que si otro a Decathon, que si otros al W
Pádel T, que si el teleférico, que si Puerto Marina, que si el parque acuático,
vamos que aburrirnos nada de nada, la semanita ha pasado volando. Y si hablamos
de bebercio y comercio, ya no paro de contar. Y es que este tema, yendo de la
mano de los amigos Chencho y Marisa está asegurado, siempre desde la
moderación, que quede claro. Pero que si el chiringuito Rafael, que si Pinocho,
que si Casa Juan, que si los churros, que si los gofres espectaculares de la
calle San Miguel, que si la paella de rape, que si la sidra del bueno de
Antonio, que si la cerveza, que si los
mojitos (cómo se le dan a Antonio, el cordobés, ¡¡¡aunque el punto de
hierbabuena se le va un poco de las manos!!!). Vamos, que con la buena vida, el
buen yantar, el mejor beber, y el poco ejercicio realizado (me he limitado a
correr un poco por el paseo marítimo, ya que de pádel, nada de nada-los precios
eran desorbitados y los compañeros inexistentes-), los lípidos han hecho
estragos “in my body”, así que tendré que visitar El Perú con más frecuencia
que antes, a ver si consigo volver a los 80.
CONCLUSIÓN: pues
depende de lo que se vaya buscando: si un año quieres más movimiento, Costa del
Sol, si otro quieres tranquilidad y relajación: Costa de la Luz. Si es que la
perfección no existe. Ah, y gracias a los CHE-MA por haber hecho posible estas
moviditas vacaciones.
Bueno, os dejo ya y
sigo con mi lectura, que tenía abandonada desde hace demasiado tiempo.
Que sigáis disfrutando
los que todavía estéis de vacaciones y que lo llevéis lo mejor posible, sin
tener que pasar por un diván, los que, como yo, estéis con la depre.