Sí ya lo
sé, es un razonamiento muy simple, pero tanto como contundente. Los números
necesitan tranquilidad, esos inversores que vienen de fuera para dejarse sus
cuartos en nuestra tierra no arriesgan si ven la mar revuelta, y por el
contrario, se marcharán a otros países con mayor estabilidad al más mínimo
atisbo de marejada. Una de las cuestiones que más han ayudado a hacer realidad
nuestra recuperación económica ha sido la vuelta de los grandes inversores
mundiales y ahora lo que no podemos hacer es dar marcha atrás y volver a las
incertidumbres pretéritas del inicio de la crisis, con gobierno de otros
colores.
Y hay,
sobre todo, dos amenazas que se ciernen sobre nuestros bolsillos: la primera es
la posibilidad de que partidos radicales tengan influencia en el gobierno de
España. Sólo hay que mirar a algún país sudamericano para saber lo que no
queremos tener, ni en nuestra peor pesadilla. Y no quiero ni pensar hasta dónde
podría llevarnos una coalición PSOEDEMOS en la que Pablo obligara a Pedro a
tomar medidas rocambolescas de cara a la galería, puesto que ya sabemos que
este último tiene los mismos principios que Groucho (si no le gustan a Pablo,
pues se cambian).
La
segunda pesadilla que puede dar al traste con la mejora general de la economía
es el “asunto catalán”. No quiero darle ninguna otra denominación, pero lo
cierto es que ya estamos un poco hartos de tener hasta en la sopa este
sempiterno problema día tras día desde hace ya la intemerata de tiempo. Ese
“asunto” es como los partidos de fútbol,
cada espectador haría una alineación diferente y sobre Cataluña cada españolito
tiene su propia solución: que si el TC, que si aplicar el art 155 CE, que si
recortar las transferencias…Mi opinión, al respecto, es que a esto hay que
ponerle un punto final y eso sólo se hace con contundencia, firmeza y seriedad.
Y esos ingredientes sólo hay un capitán que los pueda mezclar para que, sin
sobresaltos, pero con claridad y sin titubeos, podamos facilitar que el barco
no zozobre y continúe la bonanza económica. Y ese capitán, que puede haberse
quemado la mano, si alguna vez la puso por varios de sus compañeros, es quien de
todos los candidatos al 20D mejor ostenta los valores y principios necesarios
para poder afrontar el desafío catalán. Desafío catalán al que tarde o temprano
habrá que poner un freno definitivo, puesto que cerrar en falso el conflicto es
pan para hoy y hambre para mañana. Y yo creo que la única manera de finiquitarlo
es con la celebración de un referéndum, pero no al estilo Pablo de hacerlo solo
en Cataluña, sino que es necesario respetar la CE, que dice que la soberanía
reside en el pueblo español, es decir, que esa consulta habría que celebrarla
en todo el territorio de España y ahí ya que cada uno, en conciencia, decida si
queremos que una parte de separe del todo…o no. Yo, personalmente, lo tenía
claro hasta las pasadas elecciones, donde sorprendentemente el resultado, en
votos, fue favorable a los no independentistas, razón por la cual considero lo
que hace el parlamento catalán como una aberración legal que debe tener
consecuencias, incluso penales, de todos los que la votaron a favor.
Otra
cuestión que no me cuadra de estos señores independentistas es que, después de
aprobar la “desconexión” de España quieran estar en el parlamento nacional y se
vayan a presentar a las elecciones generales de ESPAÑA el 20D. Una
incongruencia Más!!!
En fin,
que en nuestras manos está la decisión de que podamos seguir la senda de la
recuperación económica, aunque sea con calma chicha, o la de sumergirnos en una
ola que nos arrastre de un lado para otro sin rumbo fijo, y que suponga la
vuelta a la situación de 2011.
Después,
una vez pasada la tormenta, podremos exigir al capitán que cambie de rumbo y
que nos lleve por las aguas de la bajada de impuestos, la supresión de
privilegios políticos y la transparencia en la gestión pública, entre otros muchos.
Incluso habría que pedirle al capitán que aprobase la ley de limitación de
mandatos y fuera él el primero en aplicársela.
Pero
antes está el 20D y lo que hay que conseguir es que siga el mismo capitán,
porque en este barco estamos todos y la economía y el futuro de España lo
necesitan más que nunca.